Humanidades digitales en América Latina

Un mapeo multidimensional de sus tensiones

9. Un periplo por el mapa

§1IGuardar marcapáginas A lo largo de esta disertación se han explorado múltiples variaciones de las humanidades digitales en el contexto latinoamericano. Estas variaciones pueden verse como el resultado de las posturas, discursos y controversias en el campo de las humanidades digitales que, moviéndose y atirantándose en diferentes direcciones, definen sus prácticas, formas de asociación y posibilidades futuras. Como se elaboró aquí, las tensiones existentes se relacionan entre sí de maneras complejas y entrecruzadas, pero pueden englobarse en cuatro dimensiones generales: el lugar de las humanidades digitales y América Latina en la tradición humanística, los modos de relacionamiento con lo digital, la formación y sostenimiento de la comunidad de humanidades digitales, y las múltiples infraestructuras que las soportan. En este capítulo propongo un periplo a través del conjunto de estas tensiones y dimensiones, y un resumen de las líneas de trabajo que planteé como mediación entre ellas. Cabe recalcar que aquí mediación no implica una resolución de las tensiones, que no son necesariamente negativas en sí mismas, sino una forma de hacerlas explícitas y de proponer caminos fructíferos para la propia comunidad de humanidades digitales y sus intereses propios, navegando las oportunidades y dificultades que aparecen en su desarrollo.

§2IGuardar marcapáginas Las humanidades digitales se insertan en una tradición que ha construido un relato y un proyecto de lo humano que, como vimos, ha sido zigzagueante, pues se ha definido de maneras diversas y contradictorias. Aquí propuse entender las humanidades y el humanismo como una tradición en la cual sus virtudes son también sus vicios. El trabajo por construir formas de conservación de la memoria, interpretación y apreciación de la cultura, y participación en la vida pública ha sido un extenso ejercicio orientado en entender lo humano en una escala profunda y a largo aliento, un ejercicio que excede a los individuos concretos y que se desenvuelve en múltiples generaciones.

§3IGuardar marcapáginas Como se menciona en el capítulo 5, las humanidades son afines a la metáfora de estar parados en hombros de gigantes1Umberto Eco, A hombros de gigantes (Lumen, 2018)., que se refiere a la idea de que los horizontes humanos que tenemos en el presente dependen del trabajo, el ingenio y la inteligencia de nuestros antepasados, expresado en múltiples formas de expresión cultural: libros, fotografías, obras de arte, piezas teatrales, películas, cómics, arquitectura, composiciones musicales, fenómenos sociopolíticos, expresiones inmateriales de la cultura, etc. Las grandes instituciones humanísticas como el museo, el archivo, la universidad y la biblioteca son las encargadas de desarrollar este ejercicio de largo aliento, y tienen la misión de velar por los propósitos humanísticos de conservar, interpretar, apreciar tales formas de expresión y propiciar el diálogo público. A su vez, los humanistas trabajan en estas instituciones o en comunidades informales y desde una sensibilidad particular intentan construir y conservar el, una vez más, zigzagueante concepto de lo humano.

§4IGuardar marcapáginas Sin embargo, esta labor encomiable de las humanidades se ha llevado a cabo de formas que han excluido a múltiples grupos sociales y que han contribuido y justificado relaciones de poder y formas de opresión desde el discurso de la diferenciación entre lo humano y lo no-humano, lo letrado y lo analfabeta, lo civilizado y lo bárbaro, etc. A pesar de su intención de crear un relato común como especie, las humanidades han definido una tradición elitista, que ha servido como fundamento para discursos de poder y de distinción social. Las humanidades han sido esenciales en la constitución de grupos de poder republicanos y formas de justificación de la validez participativa de ciertos grupos sociales en las democracias, han conformado una forma de educación de personas privilegiadas para el gobierno y el sostenimiento de su estatus social, y han definido formas de cultura válidas mientras que han exluido a otras o las han tratado como expresiones exóticas, encasillables en los principios de lo que Arturo Escobar2Arturo Escobar, «Cultura y Diferencia: La Ontología Política Del Campo de Cultura y Desarrollo.», 2012, http://hdl.handle.net/10256/7724. llama cultura como estructura simbólica. Es decir, como conjunto de rasgos enumerados más que como experiencia vivida y significativa.

§5IGuardar marcapáginas Esta conjunción de vicios-virtudes ha propiciado una crisis de las humanidades que ha hecho que sus propósitos y principios se encuentren en un lugar incómodo dentro de las propias instituciones que surgieron de ellas, principalmente porque no se valoran sus virtudes o se consideran irrelevantes, pues se han encontrado otros faros morales —los valores tecnocráticos y la opinión pública, exacerbada por internet— u otros proyectos de largo aliento —la educación para el trabajo, el progreso científico, las visiones poshumanas—, y por la exacerbación de sus vicios: la construcción discursiva de un conocimiento pedante, alejado de la vida diaria y la complejidad cultural que pretende representar, y que aún así se defiende como una gran narrativa de la humanidad completa a pesar de sus exclusiones y de la ampliación de las formas de participación y producción cultural popular que las interconexiones globales y las nuevas tecnologías han propiciado.

§6IGuardar marcapáginas Las humanidades digitales, como un doble movimiento que usa lo digital como herramienta de investigación y que toma lo digital como tema de investigación, se incrustan en esa crisis de múltiples maneras: como aparente alternativa salvífica de las humanidades a través de la promesa de la velocidad, el volumen y el rigor computacional, justificada por la racionalidad mecánica de la información, los datos y los algoritmos; como continuación de los vicios excluyentes de las humanidades, al servir como guardapuertas de la interpretación de la cultura por medios especializados en las instituciones culturales; como oportunidad para ampliar las formas de acceso a la información a comunidades masivas a través de interfaces digitales e internet; como perspectiva fructífera para estudiar las culturas y los fenómenos sociales que surgen a partir de las tecnologías digitales; como espacio para la colaboración intercultural e interdisciplinar a través de la conjunción de sensibilidades, puntos de vista y habilidades técnicas, entre otras.

§7IGuardar marcapáginas Por su parte, Latino/América, este lugar que al mismo tiempo se entiende como heredera de la tradición humanística occidental y ha sido separada y señalada como cultura barbárica, vive de forma ondulante la mezcla moderna Latouriana3Bruno Latour, Nunca fuimos modernos: Ensayos de antropología simétrica (Madrid: Clave Intelectual, 2022). de traducción y purificación, integración y rechazo. Se encuentra en una contradicción con respecto a la historia de las humanidades y el humanismo. En Latino/América se busca participar de la tradición grecolatina, el trivium y el quadrivium renacentista, las artes liberales, y de un relato común de lo Humano, con H mayúscula; se busca crear una identidad propia, en ocasiones de forma vergonzante; y se busca rechazar la línea de base de lo Humano para dar cabida a otras formas de existencia. Todo a la vez. En concreto, Latino/América se ha preguntado innumerables veces por su autenticidad, es decir, acerca de si realmente entra en el grupo de los humanos a los que se refiere el humanismo o si, por el contrario, tiene una forma distinta de humanidad o incluso de no-humanidad. Esta ondulación, que se ha visto como el efecto de un pueblo que no logra construir una identidad propia, puede ser, sin embargo, propiciadora de visiones renovadoras y alternativas de las humanidades tradicionales y puede encontrar en las humanidades digitales una oportunidad para lograr esa renovación.

§8IGuardar marcapáginas Por lo tanto, unas humanidades digitales desde América Latina no deberían aceptar sin más los principios excluyentes de las humanidades ni actuar sin entender que la crisis no solo es externa sino que es también autoproducida y un efecto de su propia tradición. Por el contrario, las humanidades digitales en nuestro contexto deben asumir la crisis de las humanidades de una forma generativa y productiva, como un espacio para descentrar y repensar el proyecto de lo humano y para promover la interculturalidad dentro de ese proyecto; ese multiculturalismo que justamente se ha visto excluido y que ha dado lugar a la posición ambivalente de lo latinoamericano en el humanismo.

§9IGuardar marcapáginas Por supuesto, ya existe una tradición propia en nuestro contexto que lo ha intentado y que ha desarrollado sus propias formas de humanismo, enfocadas en la autodeterminación y la defensa de las capacidades o la agencia propia, construyendo y apropiando distintas maneras de conservación de la memoria e interpretación y apreciación de la cultura. Pensemos en visiones como la Pedagogía del oprimido, la Investigación Acción Participativa o el Buen vivir (Sumak Kawsay). Las humanidades digitales desde América Latina, si se afilian a este humanismo diverso e intercultural, pueden proponer formas de relacionamiento con lo digital que den cuenta de su tradición específica, por ejemplo, desde la importancia que ha tenido la paz y la reconociliación en muchos países latinoamericanos, o la ruptura creativa de los límites disciplinares desde los movimientos artísticos, o entender los mundos digitales desde las formas novedosas de participación pública y las ideas alternativas al capitalismo que han surgido en el continente, o dar lugar a visiones de mundo y ontologías relacionales diversas.

§10IGuardar marcapáginas Pasemos ahora a las prácticas concretas y formas particulares de hacer humanidades digitales. En el lugar en el que se insertan las humanidades digitales en la tradición han surgido distintos modos de relacionamiento entre las humanidades y las tecnologías digitales. Las prácticas derivadas de estos modos de relacionamiento dan lugar a un archipiélago con distintas formaciones, cercanías y puentes. Es decir, prácticas que se superponen y que tienen modos de hacer en común, y prácticas que se alejan y que incluso no se reconocen.

§11IGuardar marcapáginas El modo de relacionamiento más saliente ve a lo digital como herramienta para la construcción de archivos, bibliotecas y exhibiciones digitales o como medio para el análisis masivo y veloz de objetos culturales convertidos en conjuntos de datos. Es una visión principalmente instrumental de lo digital. Sin embargo, no es el único modo posible: dentro de las humanidades digitales tienen cabida también modos de relacionamiento que estudian e indagan los efectos de las tecnologías digitales en las sociedades humanas y sus fenómenos culturales; que se relacionan con lo digital a través del activismo y las búsquedas de la justicia social —usando lo digital como medio para ese activismo pero también como forma de resistencia frente a las hegemonías que ejercen su poder a través del control del mundo digital—; o que aprovechan lo digital como medio para la expresión creativa y artística.

§12IGuardar marcapáginas En nuestro contexto, esos modos de relacionamiento se han desarrollado en distintas escalas. Por ejemplo, la conservación de la memoria ha tenido un lugar importante en términos de la construcción de la historia específica de la cultura, el pensamiento y la historia de América Latina, como lo muestran innumerables proyectos de colecciones digitales —Humboldt Digital, la Biblioteca Digital de Pensamiento Novohispano, el Banco de Archivos Digitales BADAC, o la Cartografía de la Literatura Digital Latinoamericana, por nombrar unos cuantos—. Algunos de estos proyectos han estado, además, intímamente ligados con el activismo, como el trabajo de la Comisión de la verdad en Colombia, el espacio de Memoria Londres 38 en Chile, o las múltiples versiones de la Wikipedia en lenguas indígenas.

§13IGuardar marcapáginas Este interés activista resuena, justamente, con la condición ondulante de la tradición humanística latinoamericana y la búsqueda de su autenticidad y su lugar dentro o fuera del concepto de lo humano. Los proyectos de conservación de la memoria apuntan a la idea propuesta por René Cardoso de que: "el humanismo que debemos producir es un humanismo sobre nuestras propias experiencias y necesidades"4Rene Patricio Cardoso, «Las Humanidades En La Universidad. La Tradición Humanística En La Universidad Mexicana y Particularmente En La Universidad Autónoma Del Estado de México», PUCARA 1, n.º 30 (24 de noviembre de 2019): 46, https://doi.org/10.18537/puc.30.01.02.. La construcción de la memoria desde las humanidades digitales nos lleva a pensar qué es específico de nuestro contexto en la misma medida en la que establecemos un diálogo global con otras tradiciones humanísticas. Este punto de vista, a su vez, nos permite colaborar con otros proyectos de humanidades digitales en el mundo pero también cuestionar las presuposiciones con respecto a la interoperabilidad y el ideal de la construcción de un sistema universalizante de comunicación, una intención babélica que se origina en centros de poder que asumen su propia comunicación como línea de base a la que los demás deben adaptarse. Es decir, las humanidades digitales en términos de conservación de la memoria permiten tanto construir lo propio y significativo como dialogar con una tradición más amplia. Lo propio aquí no es una visión nacionalista, por supuesto, sino la visión centrada en los propósitos y usos significativos de las comunidades que contruyen su historia y sus interpretaciones.

§14IGuardar marcapáginas La hermenéutica digital, si la queremos denominar así, es decir, la interpretación de objetos culturales por medio de algoritmos y métodos computacionales, por el contrario, no ha sido tan ampliamente desarrollada en nuestro contexto como la conservación de la memoria por medios digitales. Y aunque existe un número creciente de proyectos que hacen uso de métodos derivados de, por ejemplo, las teorías de la analítica cultural o el procesamiento de lenguaje natural y sus grandes modelos de datos, estos proyectos suelen partir de tecnologías externas que implican una dependencia y un efecto de caja negra que apenas se está superando o poniendo en crisis. Cuando se hace uso de estos sistemas, algoritmos y datos también se están aceptando sus términos del servicio, para usar una analogía con el mundo del software, es decir, sus principios y preconcepciones acerca del significado y formas de construir conocimiento.

§15IGuardar marcapáginas Un camino futuro para las humanidades digitales en América Latina es el uso informado y crítico de estas formas de interpretación, y la posible creación de formas propias y situadas de leer esas experiencias a partir de las necesidades que surgen de la interculturalidad de nuestro contexto. Es decir, una diversificación de las formas de interpretar que den lugar a un uso significativo de la tecnología como medio para dar sentido a lo humano como diferencia interrelacionada. Para lograrlo, es necesario conformar comunidades con horizontes epistémicos definidos e infraestructuras sólidas y sostenibles, que permitan la sofisticación de nuestras formas de interpretar ayudados por medios digitales.

§16IGuardar marcapáginas Como línea de trabajo, vale la pena construir desde América Latina unas humanidades digitales que no planteen dicotomías o dualismos improductivos que separen lo instrumental digital de lo digital como fenómeno cultural, es decir, el doble movimiento debe ser un movimiento en retroalimentación. Por el contrario, un marco crítico para las humanidades digitales, como propone Rodríguez-Ortega5Nuria Rodríguez-Ortega, «Digital Social Sciences and Digital Humanities of the South. Materials for a Critical Discussion», Global Debates in the Digital Humanities, ed. Domenico Fiormonte, Sukanta Chaudhuri, y Paola Ricaurte (Minneapolis: University of Minnesota Press, 2022), 101-14., requiere de la conjunción entre el uso productivo de las infraestructuras y herramientas digitales y la perspectiva informada y atenta de los efectos sociales de ese uso, así como de las posibles formas de injusticia subyacentes y de la inserción de las tecnologías digitales en la sociedad en general. El ideal es la unión entre aesthesis y mathesis de la que habla Carolina Gainza6Carolina Gainza, «Literature and Algorithms: "Aesthesis" and "Mathesis" in Digital Humanities», Humanities and Big Data in Ibero-America: Theory, Methodology and Practical Applications, ed. Ana Gallego Cuiñas y Daniel Torres-Salinas (Boston: De Gruyter, 2023), 137-52., es decir, entre la sensibilidad ingeniosa y creativa de la cultura humana y los aspectos técnicos de la invención científica y tecnológica, que, al final, también es creación humana a pesar de sus ínfulas objetivistas. En otras palabras, desde América Latina existe la oportunidad para una humanización de los datos, tanto en sentidos éticos como en sentidos pragmáticos y estéticos.

§17IGuardar marcapáginas Vale añadir, además, que este marco crítico será más productivo si se conecta explícita y activamente a la tradición humanística con los estudios de la comunicación, de Ciencia, Tecnología y Sociedad, y las artes digitales, que de hecho ya son aproximaciones humanísticas por sí mismas, a pesar del cercamiento o la falta de puentes entre algunos sectores del archipiélago de las humanidades digitales. Los estudios de la comunicación ofrecen una perspectiva que involucra tanto a los medios, sus particularidades, y las formas en las que extienden la agencia humana7Domenico Fiormonte, Teresa Numerico, y Francesca Tomasi, The Digital Humanist: A Critical Inquiry (Brooklyn: punctum books, 2015)., como las mediaciones, es decir, las cosas que concretamente hacen las personas con los medios8Jesús Martín-Barbero, De los medios a las mediaciones: comunicación, cultura y hegemonía (México: Gili, 2001).. Las artes, por su parte, ofrecen perspectivas experimentales, laterales, novedosas de los medios digitales y, a través de ellas, reflexiones profundas sobre el impacto tecnológico en nuestras formas de actuar y de pensar.

§18IGuardar marcapáginas Para que estos modos de relacionamiento continúen y se sofistiquen, es necesario el trabajo de múltiples comunidades, tanto formales como informales, con distintas formas de institucionalización. Las comunidades, como se elaboró en el capítulo 7, pueden verse como ecologías, a la luz de la teoría de los mundos del arte9Howard Saul Becker, Los mundos del arte: sociología del trabajo artístico (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2008). y los sistemas complejos cibernéticos10William Ross Ashby, An Introduction to Cybernetics. (New York,: J. Wiley, 1956), https://doi.org/10.5962/bhl.title.5851.. Son mundos del arte en el sentido en el que conforman entramados en los que surgen mútiples roles, ocupados por agentes concretos, a partir de la unión de motivaciones y propósitos que necesitan de cooperación para su resolución. Las comunidades de humanidades digitales siguen en su esencia estas formas de cooperación, pues por la complejidad de sus prácticas requieren de experticias muy particulares —académicos, intelectuales, bricolérs, activistas, gestores, creativos, etc.— con la sensibilidad para moverse en un terreno común que combina tecnologías digitales con pensamiento humanístico. Por otra parte, son sistemas complejos en el sentido cibernético en el que se estructuran como redes de interacción autoorganizadas en un equilibrio que depende de las actividades de sus participantes. Tal ecología de comunidades requiere entonces de una estructura sostenible, es decir, que el trabajo autoorganizativo se origine de procesos significativos para los participantes, que permita acciones duraderas y sostenidas, y que amplíe la agencia colectiva.

§19IGuardar marcapáginas Estas formas de organización comunitaria pueden ser comunidades de práctica o instituciones formales —o puntos intermedios entre estos dos modos—, dependiendo del grado de compromiso con el que sus participantes se involucran, y distintas formas de dependencia, reglas y obligaciones derivadas de sus realidades sociales y los incentivos con los que cuenta la comunidad. Las comunidades informales de las humanidades digitales en América Latina han jugado un papel esencial en la conformación del campo, pues han servido como laboratorios de experimentación, como fuentes para la formación autodidacta y colaborativa, y como legitimadoras de formas de indagación que aún no son completamente aceptadas en las instituciones formales. Las comunidades formales por su parte han solidificado los horizontes epistémicos de las humanidades digitales, decantando modos de relacionamiento que se encuentran en tensión, estableciendo compromisos más estables y definiendo líneas de investigación o proyectos infraestructurales.

§20IGuardar marcapáginas En este sentido, los modelos organizativos no son excluyentes, son, por el contrario, una simbiosis necesaria. Las comunidades formales e informales extienden la agencia colectiva de formas complementarias, y para que la ecología de las humanidades digitales sea sostenible es necesario un relacionamiento recíproco entre estos modelos y todas sus formas de hibridación. Por ejemplo, debido a que las humanidades digitales son tan nuevas e inexploradas, la formación autodidacta e informal en herramientas digitales fundamenta los proyectos posibles dentro de la academia, y la formación académica crea formas de validación del conocimiento que luego da legitimidad a las personas que participan dentro de redes voluntarias y a proyectos como publicaciones, grupos de interés y eventos.

§21IGuardar marcapáginas Sin embargo, para que la agencia colectiva se amplíe y para que sea fructífera, es necesario promover tal reciprocidad. Especialmente, las comunidades de práctica, debido a su carácter efímero, pueden volverse olvidadizas o disolverse definitivamente, disminuyendo la fuerza de la simbiosis informal-formal. Esto a su vez puede propiciar un loop, un bucle, en el que las tensiones reaparecen incesantemente, como si no se aprendiera de obstáculos pasados o como si fuera imposible mediarlos. Los participantes de las comunidades de humanidades digitales deben aportar a ellas y no solo beneficiarse del trabajo de otros sin retribución. Bajo la propuesta que construí aquí, el ideal de una comunidad de práctica como sistema cibernético es la construcción de una deriva estructural, es decir, la posibilidad de la exploración de un espacio de posibilidad que sea conciente de las ganancias y aprendizajes pasados. Una evolución, si se quiere, en el sentido de una fijación de rasgos adaptativos creativos basados en la historia previa. Para que esto suceda, es necesaria alguna forma de continuidad, incluso en el modelo de comunidad de prácticas. Este libro digital puede verse como un intento, siguiendo el propósito humanista de la conservación de la memoria, de aportar a esa continuidad.

§22IGuardar marcapáginas Adicionalmente, las comunidades dependen en buena medida de infraestructuras de distintas clases; de hecho, ellas mismas son infraestructuras. Una infraestructura puede entenderse como una forma de trabajo que facilita el trabajo, y puede abarcar tareas como el movimiento de materia e información, la producción de estándares y categorías, o la definición de formas de organización. En el caso de las humanidades digitales existen infraestructuras como el software para la construcción de colecciones o el procesamiento automatizado de datos, los estándares para la digitalización de artefactos culturales, las ontologías de clasificación, los sistemas de organización de eventos y proyectos, los lenguajes de programación y los algoritmos, las redes de comunicación, las plataformas de educación autodidacta, las becas e incentivos estatales, el trabajo invisible de personas que realizan labores mínimas, incluso los recursos naturales que propician el funcionamiento de las tecnologías digitales, y un larguísimo etcétera. En nuestro contexto, existe una tradición11Renato Dagnino, «El Pensamiento En Ciencia, Tecnología y Sociedad En Latinoamérica : Una Interpretación Política de Su Trayectoria», Redes 7, n.º 3 (1996), http://ridaa.unq.edu.ar/handle/20.500.11807/504; Jorge A. Sabato, «El Cambio Tecnológico Necesario y Posible», Estudios Internacionales 9, n.º 36 (1976): 24-41, http://www.jstor.org/stable/41390865; Máximo Halty Carrere, «¿Hacia Un Nuevo Orden Tecnológico?», Estudios Internacionales 8, n.º 32 (1975): 33-50; Amilcar O. Herrera, «La Creación de Tecnología Como Expresión Cultural», Nueva Sociedad, diciembre de 1973. de estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad que ha reflexionado acerca de las formas de dependencia con respecto a infraestructuras externas, la transferencia tecnológica, los círculos viciosos y virtuosos de la producción endógena, y las complejas relaciones entre industria, sociedad, conocimiento científico y desarrollo tecnológico que pueden proyectarse sobre las múltiples infraestructuras de las humanidades digitales.

§23IGuardar marcapáginas Existen además distintas escalas de producción de infraestructuras: lugares hegemónicos desde donde se implementan piezas de software que siguen el mito del universalismo digital12Anita Chan, Networking Peripheries: Technological Futures and the Myth of Digital Universalism (Cambridge, Mass: MIT Press, 2013)., un tecnooptimismo solucionista producido desde los grandes centros de infraestructuras tecnológicas que supone soluciones únicas a los problemas humanos, pero que buscan que otras culturas se adapten a sus lógicas y sus soluciones propuestas; lugares intermedios en los que se crean piezas esenciales para la práctica instrumental de las humanidades digitales, pero que sufren problemas de sostenibilidad debido al cada vez más estrecho alcance de las humanidades en su crisis; lugares amplios en los que se usan las infraestructuras creadas en otros lugares con distinto grado de apropiación y personalización para problemas locales.

§24IGuardar marcapáginas El desarrollo de las humanidades digitales en América Latina ha mostrado un espíritu por la apropiación creativa de infraestructuras exógenas, adaptándolas a las necesidades propias del contexto a través de una actitud de modulor moral13Alex Gil, «Interview with Ernesto Oroza», Debates in the Digital Humanities 2016, ed. Matthew K. Gold y Lauren F. Klein (University of Minnesota Press, 2016), 184-93, https://doi.org/10.5749/j.ctt1cn6thb. o de hacker movida por la necesidad. Esta actitud ha dado lugar a proyectos recursivos en las humanidades digitales, y a un trabajo particular que realiza proyectos creativos con los recursos y los elementos limitados con los que cuenta.

§25IGuardar marcapáginas Sin embargo, la romantización de la precariedad puede llevar a una aceptación de las brechas y a un estado de beta permanente, de práctica parchuda y eternamente sin terminar, o de existencia superviviente entre la carencia. Esto se manifiesta en fenómenos como la diglosia cultural que surge al realizar proyectos que viven en dos lenguas al mismo tiempo —usualmente el inglés, lengua franca de las infraestructuras, y la lengua nativa—, en los problemas de sostenibilidad a largo plazo de proyectos independientes, o en la participación en redes y eventos globales acerca de las humanidades digitales. Aunque la recursividad ingeniosa es importante, y le da un cierto carácter y personalidad a las humanidades digitales en nuestro contexto, es necesario superar ese estado de incompletitud eterna e incidir e intervenir, en lo posible, en las propias infraestructuras. Es decir, como manifesté en el capítulo 8: no solo partir de la actitud de modulor moral sino también aventurarse a ser el demonio de las infraestructuras. Esta incidencia es esencial para superar el efecto de runaway o fuga propio de las brechas sociales, es decir, la separación cada vez más inalcanzable entre grupos con distintos privilegios.

§26IGuardar marcapáginas Las infraestructuras involucran una paradoja particular, se busca que sean escalables, es decir, que puedan soportar cargas diferentes, potencialmente cada vez más grandes, pero es necesario que la escalabilidad no lleve a formas en las que las infraestructuras cancelan los aspectos particulares de cada cultura. Siguiendo las ideas de Anna Tsing14Anna Lowenhaupt Tsing, «On Nonscalability», Common Knowledge 18, n.º 3 (1 de agosto de 2012): 505-24, https://doi.org/10.1215/0961754X-1630424. y su crítica a los nonsoels, o elementos de paisaje no social, es importante que las infraestructuras puedan echar raíces y producir ramas en el entorno en el que se desarrollan. En otras palabras, que reciban formas de retroalimentación del ambiente y se adapten a él —echar raíces—, y que produzcan nuevas formas de creación específica derivadas de ese enraizamiento —produzcan ramas—.

§27IGuardar marcapáginas Una línea de trabajo para mediar esta paradoja es la construcción de infraestructuras generosas y recíprocas construidas bajo los fundamentos de unos comunes digitales. Es decir, que quienes están en las condiciones para producirlas lo hagan de una manera en la que sea posible introducir posterior especificidad en la escalabilidad —en eso consistiría la generosidad— y que quienes hacen uso de las infraectructuras puedan retribuir a su sostenibilidad —o sea, con reciprocidad—. En otros términos, pasar de un modelo de humanidad único, con aplicaciones solucionistas y afiliadas al mito del universalismo digital, y crear uno en el que la escalabilidad es siempre mediada por la intervención del entorno particular de aplicación de las infraestructuras. Un ejemplo concreto es la construcción de software para las humanidades digitales con apertura a la localización lingüística, en el que su propio diseño y estructuración, y por lo tanto su posibilidad de escala, incluya en sus principios la existencia de múltiples idiomas y usos del lenguaje. Los comunes digitales son una mediación entre los alcances de los recursos limitados y el facilitamiento del acceso abierto y amplio.

§28IGuardar marcapáginas Lo propuesto en esta disertación esboza caminos posibles para las humanidades digitales a partir de su historia previa, es decir, es un aporte que busca construir a la memoria del campo con el fin de dar lugar a la deriva estructural, la exploración y consolidación de propósitos propios que se direccionan desde los descubrimientos pasados. Sin embargo, como el propio análisis de las dimensiones muestra, no es posible esa deriva creativa y generativa solo a partir de un documento de memoria, así como no es posible crear un relato de lo humano sin que haya un uso significativo de él. Es necesario el trabajo comunitario e infraestructural de agentes interesados en enactuar roles del sistema, y en crear discusiones que no separen los distintos modos de relacionamiento como mundos aparte ni que se dejen enclaustrar por el disciplinamiento académico que establece barreras artificiales a distintas formas de conocimiento. Así, lo planteado aquí requiere de partes interesadas y dispuestas a continuar el proyecto, primero de las humanidades, unas nuevas humanidades, si es el caso, y segundo, de unas humanidades que inevitablemente serán digitales, tanto por la promesa de velocidad y volumen de las tecnologías computacionales y su inserción en la investigación y las grandes instituciones humanísticas, como por el profundo enraizamiento de estas tecnologías en las vidas cotidianas y en la construcción de la cultura humana.

Notas al pie

  1. Umberto Eco, A hombros de gigantes (Lumen, 2018).
  2. Arturo Escobar, «Cultura y Diferencia: La Ontología Política Del Campo de Cultura y Desarrollo.», 2012, http://hdl.handle.net/10256/7724.
  3. Bruno Latour, Nunca fuimos modernos: Ensayos de antropología simétrica (Madrid: Clave Intelectual, 2022).
  4. Rene Patricio Cardoso, «Las Humanidades En La Universidad. La Tradición Humanística En La Universidad Mexicana y Particularmente En La Universidad Autónoma Del Estado de México», PUCARA 1, n.º 30 (24 de noviembre de 2019): 46, https://doi.org/10.18537/puc.30.01.02.
  5. Nuria Rodríguez-Ortega, «Digital Social Sciences and Digital Humanities of the South. Materials for a Critical Discussion», Global Debates in the Digital Humanities, ed. Domenico Fiormonte, Sukanta Chaudhuri, y Paola Ricaurte (Minneapolis: University of Minnesota Press, 2022), 101-14.
  6. Carolina Gainza, «Literature and Algorithms: "Aesthesis" and "Mathesis" in Digital Humanities», Humanities and Big Data in Ibero-America: Theory, Methodology and Practical Applications, ed. Ana Gallego Cuiñas y Daniel Torres-Salinas (Boston: De Gruyter, 2023), 137-52.
  7. Domenico Fiormonte, Teresa Numerico, y Francesca Tomasi, The Digital Humanist: A Critical Inquiry (Brooklyn: punctum books, 2015).
  8. Jesús Martín-Barbero, De los medios a las mediaciones: comunicación, cultura y hegemonía (México: Gili, 2001).
  9. Howard Saul Becker, Los mundos del arte: sociología del trabajo artístico (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2008).
  10. William Ross Ashby, An Introduction to Cybernetics. (New York,: J. Wiley, 1956), https://doi.org/10.5962/bhl.title.5851.
  11. Renato Dagnino, «El Pensamiento En Ciencia, Tecnología y Sociedad En Latinoamérica : Una Interpretación Política de Su Trayectoria», Redes 7, n.º 3 (1996), http://ridaa.unq.edu.ar/handle/20.500.11807/504; Jorge A. Sabato, «El Cambio Tecnológico Necesario y Posible», Estudios Internacionales 9, n.º 36 (1976): 24-41, http://www.jstor.org/stable/41390865; Máximo Halty Carrere, «¿Hacia Un Nuevo Orden Tecnológico?», Estudios Internacionales 8, n.º 32 (1975): 33-50; Amilcar O. Herrera, «La Creación de Tecnología Como Expresión Cultural», Nueva Sociedad, diciembre de 1973.
  12. Anita Chan, Networking Peripheries: Technological Futures and the Myth of Digital Universalism (Cambridge, Mass: MIT Press, 2013).
  13. Alex Gil, «Interview with Ernesto Oroza», Debates in the Digital Humanities 2016, ed. Matthew K. Gold y Lauren F. Klein (University of Minnesota Press, 2016), 184-93, https://doi.org/10.5749/j.ctt1cn6thb.
  14. Anna Lowenhaupt Tsing, «On Nonscalability», Common Knowledge 18, n.º 3 (1 de agosto de 2012): 505-24, https://doi.org/10.1215/0961754X-1630424.